El campo como recurso para el abastecimiento familiar

Isabel Mayans recuerda con alegría su infancia en el campo cuando ayudaba a sus padres

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Isabel Mayans en su casa de la Savina
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Isabel Mayans tiene 83 años de edad y el desparpajo y la alegría de una jovencita recordando su infancia cuando ayudaba en las tareas del campo junto a sus dos hermanos. «Jugábamos mucho con nuestros vecinos y ayudábamos a cavar, sembrar patatas, a segar y a hacer sobrasadas y embutidos porque mi padre era carnicero», recuerda con una sonrisa.

Así, el campo era parte de la vida y «cada día estábamos con los animales, ya que teníamos cabras, ovejas, gallinas, cerdos, una mula, de la que yo me encargaba para sacar y traer el agua, y además daba una mano a mi madre con las tareas de la casa».

Isabel se casó muy joven con Antonio Mayans que trabajaba en la salinera, «se iba muy temprano por la mañana, volvía al mediodía a comer y luego de nuevo a las salinas a continuar con la faena», por lo que ella se encargaba de gran parte de las tareas del campo y criaba a su única hija, Isabel.

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«Teníamos algunos animales, sembrábamos patatas, ajos, cebollas, berenjenas, teníamos un huerto, la viña para luego hacer vi pagès y todo lo que sacábamos era para consumo familiar y también intercambiábamos algunos productos con los vecinos», recuerda en nuestra visita a su casa en la Savina.

A sus 83 años Isabel Mayans sigue realizando todavía algunas de las labores del campo

Ahora Isabel ya no se dedica al campo con la energía de antaño, «pero tengo tres ovejas y unas gallinas para los huevos de la casa. Antes tenía un cerdo, pero ahora no me lo quieren traer porque no lo podría cuidar como me gusta ya que tengo dificultades para andar y me canso mucho».

Lo que sí conserva es la viña para hacer vino, «aunque este año no hemos sacado nada porque los pájaros se lo han comido todo», explica con resignación.

Con respecto al relevo familiar, Isabel lo tiene garantizado con su nieto Martí Juan, conocido agricultor al frente de Agromartí, del que se siente orgullosa aunque sostiene que siempre le dice «que es mucho trabajo para lo poco que llueve, nada que ver con lo que llovía antes y, sin agua, no se puede hacer nada».

A pesar de esas circunstancias, a Isabel Mayans se la ve contenta, disfrutando de vivir rodeada de la naturaleza que le ofrece su querida Formentera y le deseamos un feliz día de la dona pagesa.

 

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