Manu, la primera pregunta es obligada: ¿cómo recibiste la noticia?
Con mucha ilusión. Estaba en la barca volviendo de una inmersión y llegó una llamada del president del Consell, Jaume Ferrer, en la que me anunciaba que me habían nombrado hijo adoptivo de Formentera y me quedé parado. Agradezco el reconocimiento con toda el alma, es un honor, pero luego pensé que me generaría mucha responsabilidad ya que con ese título tendré que ser siempre perfecto. Ahora ya no hay margen para meter la pata (risas).
Siendo de Madrid, ¿qué te llevó a estudiar Biología Marina?
Crecí viendo las series de Jacques Cousteau y de Félix Rodríguez de la Fuente y, si bien nací en Madrid, me crié en Lekeitio, Vizcaya, donde pasaba cuatro meses al año al lado del mar. Fui al colegio de los Jesuitas y la carrera de Ciencias Biológicas la hice en Madrid, los cursos de doctorado en Burjassot, Valencia, y tenía una beca de investigación del Ministerio de Educación que fue difícil de conseguir, la hice con muy buena nota pero no presenté la tesis porque me vine a Formentera.
No será ahora por material que acumulas para presentar una tesis…
Bueno, en realidad esta versaba sobre la foca monje (vellmarí) y por eso vine a la isla y decidí en 24 horas que me quedaba en Formentera. Eso fue en la Semana Santa de 1992. Al año siguiente me instalé aquí con el objetivo de seguir los estudios sobre este mamífero marino, luego empecé con la escuela de buceo y aquí estamos.
Siempre te has destacado por ser un defensor y un activista en cuanto a la preservación de las praderas de posidonia y de los fondos marinos de las Pitiüses. Y recuerdo que te mostraste en contra de la reflotación del buque Don Pedro hundido el 11 de julio de 2007, ¿no es así?.
Yo lo que defendía era que reflotar ese buque implicaba una inversión brutal y que una vez descontaminado había que dejarlo ahí ya que se convertiría en un pecio de referencia donde se reproducirían las especies marinas y que podía ser visitado por los submarinistas, como ocurre con los miles de barcos hundidos alrededor de los mares del mundo. Sacarlo produce más daño que dejarlo donde está. A mí no me alegró el hundimiento ya que me gusta más hacer buceo en parajes naturales como es Vedrà. Pero también sé que los barcos hundidos aportan un atractivo extra a las inmersiones recreativas.
Hace años que colaboras estrechamente con National Geographic en proyectos medioambientales alrededor del mundo…
Si. Llevo nueve años y todavía nos quedan tres años más. Estamos trabajando en la creación y protección de reservas marinas en diferentes puntos del planeta.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta Formentera en materia medioambiental?
En el ámbito terrestre urge controlar la masificación. Ayer escuchaba en la radio que el aumento del tráfico de pasajeros en las Pitiüses en los últimos diez años roza el 70 por ciento. El incremento de población estacional sigue subiendo y es una situación muy difícil de manejar. En cuanto al ámbito marino, tenemos que recuperar el agua que teníamos, la hemos perdido. No podemos seguir con la misma línea de depuración que hace 25 años. Ahora buceamos en agua turbia, contaminada de pis, caca, aceites, etc. Yo buceo cada día, veo las bocas de los emisarios y se me cae el alma a los pies porque afectan de forma directa a las praderas de posidonia, así como controlar que no se produzcan anclajes de embarcaciones sobre las praderas. Esto es un desafío junto a limitar la pesca. La sobrepesca ha arrasado, teniendo en cuenta lo que había en los años 50 y lo que hay ahora. Han desaparecido meros, tortugas, los vellmari y los tiburones. Antes buceabas y veías roncadors y ni te digo de los raors que asomaban bajo la arena.
Los barcos ya no son artesanales, van a motor y la reserva marina es una farsa y no hay nada más triste que engañarse a uno mismo. Hay que reconocer los fallos y ser capaces de asumirlos, ya que estamos vaciando el mar.
El paisaje submarino ya no reboza la salud que tenía cuando la pradera de posidonia era radiante, así como la fauna marina. En una inmersión nocturna veías 25 rayas y ahora no ves ni una. Ahora en zonas como el puerto el agua parece llena de telarañas, sucia y empobrecida.
¿Qué opinas sobre el proyecto Save Posidonia Project, impulsado por el Consell?
Creo que todas las iniciativas que sirvan para concienciar y ayudar a la preservación del medio ambiente en la isla son siempre bienvenidas.