Mateo García González (Buenos Aires, 1948) dedicó tres años de su juventud a viajar por Latinoamérica donde aprendió distintas técnicas artesanales de la mano de artesanos locales a base de semillas autóctonas e hilos, entre estas el macramé.
De vuelta a Argentina con esposa colombiana y su primer hijo nacido en México, Mateo cambia de tercio y comienza a trabajar en la industria textil “fabricando camisetas y otras prendas, con dos hijos más y así continué hasta que en el año 2000 tuve un accidente de coche y volví a viajar por América y a retomar el contacto con la artesanía”.
Así, el espíritu viajero volvió a aflorar y a los 51 años decide cruzar el charco ya que contaba con ciudadanía española por sus padres nacidos en Mojácar y en Canarias. “Mi hijo ya conocía Formentera por un amigo y vinimos a la isla para vender las artesanías que hacía fuera del mercadillo de la Mola para luego contar con una parada ya que gustaron mis creaciones”, apunta mientras trabaja en su taller en el Pilar.
Macramé y piedras
El trabajo artesanal de Mateo García se basa en la utilización de hilos y piedras con los que confecciona piezas únicas como colgantes, pendientes, pulseras, tobilleras y unas gargantillas que sorprenden por la minuciosidad del trabajo y su elegancia en la combinación de materiales y colores.
“Entre las piedras que utilizo figuran turquesas, piedra tibetana, piedra luna, ojo de tigre, lapislázuli y cuarzos que engarzo, siguiendo la técnica del macramé, con hilos brasileños compuestos de fibras vegetales teñidas con vivos colores y encerados. Además en algunas piezas puedo añadir bolitas de plata o cristales para enriquecer el trabajo”, explica el artesano.
Así, a base de unos cuarenta tipos de nudo aprendidos, Mateo engarza las piedras con absoluta precisión y con una fuerza justa e intensa para que estas no se puedan escurrir lo que permite incluso bañarse con cualquiera de ellas. “El hilo es muy resistente y al estar encerado su duración es máxima por lo que permite jugar con los distintos puntos para obtener diferentes diseños”, explica el artesano que confiesa que esa pieza que tiene entre manos le llevará más de una hora de trabajo.
Con carta de artesano desde 2012 y con más de veinte años en la Fira Artesanal de la Mola, Mateo puede presumir de clientela fiel. “Mi clientela es variada, hay italianos, alemanes, franceses, españoles y hay algunos que vienen todos los años y me muestran por ejemplo la pulsera que me compraron hace una década o más y que continúa en sus muñecas. Además siempre les digo que pidan un deseo cuando les anudo la pulsera a la muñeca y luego vienen a mostrarme a su pareja o a su hijo que eran el deseo que habían pedido”.
Sobre la situación de la artesanía en Formentera, Mateo opina que hay buenos trabajos, “aunque menos que en otras épocas sobre todo en joyería”, y apoya la reivindicación de los más jóvenes de disponer de un espacio multidisciplinar donde crear sus trabajos.