Sinika van der Put (Groningen, Holanda, 1971) llegó con sus padres, Sabina y Nick, a Formentera cuando tenía un año de edad y considera que vivió desde pequeña en un ambiente donde predominaba la creatividad. “Estuvimos en la isla hasta que cumplí 10 años y luego nos fuimos a Suecia donde estuve hasta los 16 años aunque cada verano veníamos a Formentera, algo que yo esperaba con mucho deseo porque la vida y la cultura en Suecia fue para mí muy chocante aunque reconozco que aprendí mucho en ese país”, recuerda Sinika para quien la isla de su infancia, en distintas casas entre Porto Saler y Cala Saona, “era velas, quinqués y cubos para recoger el agua porque no teníamos electricidad”. Su madre y su padre vivían al día horneando pan, cuidando jardines y realizando espejos artesanales que comercializaban en el verano con la llegada de los turistas.
La relación con el trabajo artesanal comenzó en su juventud con la decoración de cajas de madera “tipo tibetanas” y continuó por distintas vertientes como la creación de figuras de búhos y erizos realizadas con piñas de los pinos de Formentera o modelando sus primeras lagartijas con una pasta de polvo de piedra marès mezclado con cola y agua. “Mi madre me decía: otra más con lagartijas y yo la verdad no sé porque las elegí pero las he ido perfeccionando y es lo que sigo vendiendo en la Fira de la Mola”, destaca la artesana.
“Casi reales”
Las originales lagartijas de Sinika “casi reales” llevan todo un proceso que se inicia con la masa para modelar en la que incorpora un producto que le manda su padre de Suecia “similar al papel maché y que brinda mucha elasticidad a la hora de crear las figuras únicas, a mano, sin molde y sin fisuras”.
Una vez conseguida la lagartija y después de pasar el proceso de secado, Sinika emprende la parte de pintura “que es la más trabajosa para poder lograr la representación de la piel en tonalidades azules y verdes, aunque también he hecho algunas en negro y dorado”. Acabada esta fase, la figura será pegada sobre un trozo de madera de romero seca o una piedra recogidas en la isla creándole así un “habitat” original. “Tienen mucho éxito cada verano y debe haber ejemplares diseminados por media Europa”, apunta Sinika con una sonrisa.
Fira de la Mola y carta de artesana
Sinika van der Put recuerda con cariño a su madre fallecida que tenía puesto en la Fira de la Mola y en 2011 “cuando ella enfermó, tomé el relevo y continué haciendo las sandalias de ganchillo en algodón que ella tejía, algo que todavía continuo realizando con una amiga y vendo también en mi parada del mercadillo de la Savina”.
En 2012 obtuvo la carta de artesana que otorga el Consell de Formentera después de pasar unas pruebas y se volcó en sus lagartijas que conforman el principal atractivo de su parada en la Mola junto a unos ángeles trenzados en hilo de cáñamo que posteriormente pinta y barniza. “En mi opinión el mercadillo se mantienen estable y entre mi clientela destaco a los españoles y alemanes ya que la mayoría de los visitantes de estas nacionalidades saben apreciar el trabajo artesanal”.
Con respecto a la situación de artesanía en la isla, en lo personal Sinika se muestra satisfecha por los resultados “aunque nunca llego a producir lo que quiero producir” y estima que hay que seguir apostando por la calidad y la originalidad en los trabajos “ya que hay mucha gente con talento en la isla”.