La asturiana Marga Lesmes llegó a la isla hace 41 años con un saco relleno de cantos rodados blancos de río con los que hacía colgantes. “Estaba buscando como ganarme la vida y en Barcelona conocí a una gente que montaba collares con piedras de río que engarzaban con alambre y sobre las que pintaban un paisaje y ponían un nombre. Ellos me enseñaron y con eso me vine a la isla y estuve vendiendo esta primera artesanía durante muchos años a los alemanes”, apunta a FormenteraAvui.
La isla se convirtió en su casa y su afán por aprender nuevas técnicas se vio compensado con la ayuda de otros artesanos. “Empecé a hacer más cosas ya que los colegas que se marchaban de la isla me dejaban materiales, porque mi capacidad económica era muy justa, y recuerdo a un sudamericano que vendía pulseritas de cuero con hilos trenzados. Le iba muy bien, estaba recorriendo mundo con esas pulseritas y, al irse, me dejó una cajita con restos de hilo y cuero y a partir de ahí empecé a hacer pulseritas de cuero”.
Las aportaciones de los compañeros continuaron como la de Vitoria, una artesana joyera. “Me invitó a su casa en Madrid unas semanas a aprender a soldar y con ese nuevo conocimiento volví a Formentera y una amiga de Ibiza me regaló un soplete y con eso comencé a soldar plata en la isla”.
Para Marga esa transmisión de conocimientos sobre técnicas artesanales ahora vienen en parte a través de estudios reglados, cuando “antes era trabajando con otros artesanos sin la competitividad tan bestial que hay en la actualidad. Una artesanía hecha desde cero, sin grandes inversiones y con escasos medios ya que en la isla no había nada. En mi caso, soy una artesana autodidacta».
Mercadillos e inspiración
Marga Lesmes es una de las pioneras de los mercadillos de la isla ya que está desde los inicios vendiendo en los de es Pujols, Sant Francesc y más tarde en la Mola “para quedarme sin domingos libres y no vivir en verano nada más que para vender. Fuera de broma, mi crecimiento como artesana está relacionado con el mercado de la Mola, ya que no hubiera sido posible desarrollar mi creatividad como artesana sin ese punto de encuentro”.
Su interés por trabajar con la plata, “un metal noble y dúctil cuyos resultados compensan las horas de trabajo a la hora de crear una pieza”, siguió creciendo especializándose en la figura de la isla que mantienen con su sello personal en la mayoría de las piezas que confecciona.
“Hice mi primer molde en cera de la isla con relieve y florituras y acabé haciéndolas planas porque era lo que pedía el público. En este sentido, tengo muy claro que el público es el que marca las tendencias y, en mi caso, soy una artesana que se adapta a la demanda añadiendo mi cuota de creatividad y calidad. El joyero siempre está buscando la pieza única especial pero eso necesita también de un público especial y, desde hace años, Formentera tiene unos visitantes con un poder adquisitivo medio y yo hago piezas adecuadas para que todo el que quiera se pueda llevar un recuerdo de calidad, aunque también hay en mi mesa algunos trabajos únicos”, destaca Marga.
En su taller, la artesana dispone de materiales y herramientas variopintas que le permiten producir sus creaciones, aunque en las últimas cuatro décadas muchas cosas han cambiado a la hora de trabajar la artesanía, ganando en salud y mejorando la calidad del trabajo. “Cuando empecé a pulir solo había los rodillos de pasta con el que invertías mucho tiempo, mucho sudor y perjudicabas tu organismo ya que las pastas que se utilizaban eran dañinas para los pulmones. Actualmente tenemos pulidoras electromagnéticas que nos facilitan el trabajo grueso que luego perfilas a mano de una manera mucho más cómoda”.
De ese taller salen cada invierno pulseras, collares, anillos y pendientes de plata, piezas influenciadas por el modernismo, otras realizadas a martillo y todas con el estilo propio de Marga Lesmes, así como elementos de bisutería y unos marcapáginas de libro con adornos de cobre y fotografías de la isla, entre otros artículos.
“Este verano pasó por mi parada una señora alemana y me mostró la pulsera de plata gruesa, bien lustrada, que llevaba puesta y que era una pieza mía que había comprado hace 15 años. Como ella han sido varios lo que se han acercado estos años a enseñarme alguna pieza que me han comprado hace mucho y que siguen usando, algo que me reconforta porque cuando las hago pienso en que tienen que perdurar como un clásico”, destaca la artesana.
Para Marga, con respecto a la situación de la artesanía en la isla “donde no hay materias primas, ni transmisión de oficio, es saludable el nivel de artesanos que tenemos con muy buenos trabajos. En lo personal, y ya con 70 años, estoy asombrada del progreso que he conseguido por mi propio esfuerzo”.
Marga Lesmes ha sido de las primeras en obtener el certificado de maestra artesana en Formentera que otorgaba en aquel momento el Govern balear a aquellos que tuvieran más de 15 años de trabajo reconocido. Desde hace unos años forma parte del comité examinador del Consell de Formentera para la obtención de la carta de artesano, junto con otros maestros artesanos de la isla.