En una mañana soleada que invitaba a disfrutar del aire libre más de setenta personas se reunieron ayer al mediodía junto a la placa ubicada en el cementerio de Sant Francesc y que recuerda a las 58 personas de las que se tiene constancia documental que murieron en el campo de concentración de la Savina durante la Guerra Civil.
Al acto convocado como cada 14 de abril, Día de la República, por el Fòrum per a la Memoria d’Eivissa i Formentera acudieron por primera vez miembros de las familias de dos de los represaliados originarios de Badajoz y de Cartagena en Murcia.
Después de unas palabras del historiador Artur Parrón y de colocar un ramo de flores junto a la placa conmemorativa, en primer lugar y visiblemente emocionado habló Antonio Parra Lechón, nieto de Isidro Lechón Gabriel oriundo de Badajoz, quien entre lágrimas explicó que su madre vivió obsesionada por no saber donde había muerto su padre. «Antes de morir mi madre le prometí que yo seguiría con el encargo de encontrarlo por lo que volví a preguntar en el Gobierno Civil, Instituciones Penitenciarias y otras oficinas; nunca me dieron la menor pista y solo teníamos dos cartas postales en las que mi abuelo se acordaba de sus hijos», relató. Asimismo añadió que le habían conmutado la pena de muerte pero finalmente «lo condenaron a morir de pena y de hambre en el campo de concentración de Formentera».
Embargado por la emoción relató como su tía y su madre fueron marginadas por el régimen franquista durante la postguerra, «arrebatándoles hermanos, maridos y propiedades, así como condenándolas a la miseria, al ostracismo y al desprecio por parte de sus propios vecinos que les consideraban como rojos apestados y los que les estimaban no se acercaban por miedo a represalias».
El nieto de Isidro crió a sus hijas enseñándoles la realidad de lo que había pasado y fruto de estas ganas de saber más «dieron con la clave en Internet y gracias a la colaboración de los miembros del Fòrum per a la Memoria d’Eivissa i Formentera, a los que estaremos eternamente agradecidos, hemos podido cumplir con la promesa que le hice a mi madre y hemos venido aquí para homenajearlo y para que las generaciones futuras sepan lo que ocurrió y que no vuelva a suceder».
«Sin vosotros que habéis mantenido viva la llama esta estaría apagada y no se sabría lo ocurrido en una guerra fruto de un golpe de Estado contra los vencidos legalmente constituidos, hombres y mujeres normales como Ustedes y como yo que fueron injustamente torturados, vejados y matados por otros hombres solo por tener ideas diferentes por lo que hay que conocer la verdad de todo aunque el dolor nos traspase a unos y les moleste a otros», concluyó Antonio.
En el acto habló también el marido de la nieta de Francisco Solano Vera, natural de Cartagena, con el fin de cumplir la voluntad de su suegro que quería saber donde descansaba su padre, «un hombre al que un día lo sacaron de su vida, de su familia y trabajo para condenarlo a pasar hambre, sed y frío hasta terminar con él cuando su única culpa fue ser uno más de tantos elegidos a morir por unas personas con poder».
Visita a es Campament
Pasado el mediodía el acto tuvo una segunda parte en es Campament de la Savina donde los familiares de los represaliados pudieron ver unos paneles con fotos de planos, de detenidos y de los barracones en los que estuvieron recluidos sus familiares.
El encuentro continúo con la lectura del tradicional manifiesto por parte del historiador Santiago Colomar en el que se recordaron hechos acaecidos en el centro de detención «uno de los más duros y crueles de Baleares».
Colomar aprovechó su intervención para pedir la protección y conservación de es Campament «ya que es un símbolo de lo mucho que cuesta construir una democracia».
«En momentos en los que los derechos civiles y las libertades más elementales que creíamos intocables están en serio peligro, cabe recuperar los valores democráticos de la República», destacó.
Finalmente la cita conmemorativa culminó con una ofrenda floral arrojada al Estany des Peix en memoria de las víctimas.