– Esta charla está enmarcada dentro de las actividades formativas del Grup de suport familiar impulsado por la Conselleria de Bienestar Social del Consell Insular de Formentera. ¿Cuáles son las líneas generales a tratar en este tipo de encuentros?
En estas charlas no nos centramos en los contenidos sino en las necesidades que tienen las personas que asisten para que ellas pongan sobre la mesa sus dudas y las circunstancias con las que muchas veces «lidian» cada día. Todo esto abierto a familias con niños pequeños y adolescentes y aportar así un poco de sentido común a la hora de gestionar el uso de las nuevas tecnologías en casa para evitar, como tenemos comprobado, que se nos vaya de las manos.
– A su entender, ¿cómo se calcula el tiempo «ideal» de uso de un menor ante un aparato tecnológico?
Hay teorías avaladas por parte de médicos especializados en Neurología y que establecen que los menores de entre tres y seis años no deberían tocar una pantalla pero eso no ocurre en la vida real. Este parámetro de edad es básico en la construcción neurológica de nuestro cerebro y en poco tiempo, si el uso de las tecnologías por parte de los pequeños no se controla, empezaremos a conocer sus efectos tanto físicos como psíquicos. Entre ellos el denominado «insomnio tecnológico» que impide que el niño desconecte y por lo tanto rinde menos en el colegio o en sus actividades cotidianas volviéndose más irritables al alterarse sus horas de sueño. En estos casos el control adecuado por parte de las familias es fundamental. Los niños menores de diez años no necesitan dispositivos tecnológicos.
– Sin embargo y lo vemos todo el tiempo a nuestro alrededor al parecer la «tablet» se ha convertido en la nueva niñera, ¿no es así?
El efecto «baby sister» de los dispositivos tecnológicos está en auge para tener a los niños callados y entretenidos y así los padres desconectan. Lo he visto en Centros de Salud o en oficinas de trámites que mientras esperan que los atiendan le dejan el móvil al pequeño para jugar cuando sería un momento ideal para charlar e interactuar. La gente últimamente huye de esos momentos de relación con los pequeños y con los adolescentes y esto no favorece la comunicación en el ámbito familiar.
– Pero también hemos sido testigos de ataques de rabia si al pequeño o al adolescente se le quita el dispositivo móvil…
Sí y esto demuestra una muy poca tolerancia a la frustración por parte de los más jóvenes ya que muchos viven acostumbrados a la recompensa inmediata. A veces parece que tienen caballos en vez de niños y por eso les ofrecen un «terrón de azúcar» que puede ser el móvil o la tablet para que no molesten. Pero esta situación de «capricho» por parte del menor ha ocurrido siempre con algún juguete o prenda de vestir que tenían todos tus amigos y tu no. Y ese «no» a tiempo ni nos frustró ni nos convirtió en personas inseguras. Por otra parte los videojuegos están diseñados para captar la atención del usuario y eso no es una atención sostenida y provoca en los niños frustración ya que los estímulos de la vida cotidiana son diferentes. En estudios llevados a cabo por asociaciones de Pediatría en Estados Unidos desde hace más de diez años ya aconsejaban «eliminar» la televisión en los momentos de interactuar entre los miembros de una familia. Hay que gestionar el tiempo libre de los hijos para evitar problemas de convivencia.
– Según advirtió UNICEF, en el Día Internacional de la Internet Segura, entre los alumnos españoles de 12 a 16 años, el 6,9 por ciento afirma haber sufrido ciberacoso en los dos últimos meses y el 3,3 por ciento reconoce haber participado como ciberagresor. Una señal de alarma, ¿no es así?
Los adolescentes consideran que tienen un derecho adquirido para disponer de un teléfono o un ordenador. En este caso yo les recordaría a los padres quién es el que paga ese servicio. Si tu le dejas a tu hijo menor un móvil este debe saber que lo pagas tu, que hay unas reglas de uso y que cuando llega la noche me lo devuelves y ya te lo daré a la mañana siguiente si lo considero oportuno. Y si se confirma que no lo has utilizado de forma correcta o que lo has utilizado en el colegio cuando te han dicho que no se puede usar, pues más días estarás sin disponer de este dispositivo. En cuanto al bulling o acoso, cuando este es real y sostenido en el tiempo, la víctima termina pensando que lo que le ocurre se lo «merece» y otra manifestación es callar porque los hijos siempre quieren ver siempre felices a sus padres y entonces no lo cuentan.
La mejor manera de detectar este tipo de situación es mantener una buena calidad de comunicación en casa, que podamos hablar de todo y crear momentos de relación entre los miembros de la familia desde la confianza y el apoyo mutuo.
En resumen aplicar el sentido común de la misma manera que lo ejercemos a la hora de alimentar a nuestros hijos.