Todavía tenemos en la retina y en los oídos el machaque audiovisual que supuso la cobertura periodística sobre el niño al que hubo que rescatar de un pozo.
Desde el principio del suceso todas las televisiones y los medios gráficos de carácter nacional se hicieron eco del mismo y en los trece días que duraron las labores de rescate no hubo ni un respiro.
Imágenes de la «zona cero», entrevistas a multitud de «especialistas», charlas con los vecinos, conjeturas variopintas en bares, por las calles de toda España y parte del extranjero, ya que también se hizo eco la prensa internacional, colapsaron los informativos y los magazines de la mañana, la tarde y la noche hasta la saciedad a lo que se añadió el pastor evangelista, que no da puntada sin hilo, para organizar vigilias.
Esto sin desmerecer la ingente labor llevada a cabo por las fuerzas y cuerpos de seguridad, por expertos como los mineros asturianos y toda la gente que de forma desinteresada aportó «in situ» vehículos, materiales o víveres para favorecer el rescate del pequeño.
Durante estas dos semanas nadie podía mantenerse indiferente al despliegue informativo y al «todos con Julen» mientras nos olvidábamos de los otros Julen que cada día mueren en circunstancias extremas y crueles alrededor del mundo.
A eso hay que unirle lo que vi ayer en el telediario cuando «numerosas personas de todos los rincones de Málaga se han acercado al tanatorio para arropar a los padres», redactor dixit.
¡Más morbo, echa otra palada!
No veía tanto «amarillismo» periodístico desde el caso de las niñas de Alcácer y que me tocó de cerca porque en esos tiempos yo vivía en Valencia cerca del pueblo natal de las jóvenes.
Aún recuerdo con asco y estupor la cobertura que se le dio y no se ha borrado de mis retinas el «circo» conducido por Nieves Herrero en un teatro rodeada de tres parejas de padres destrozados por el dolor y que abrazaban las fotos de sus hijas.
«Lo del niño Julen es una tragedia. Pero lo del circo mediático montado alrededor es una vergüenza», escribió en Twitter José Corbacho, por poner un ejemplo de mucha gente que opina que esto se fue de las manos.
El niño ha sido enterrado ayer pero según la fiscalía la investigación sobre las causas del suceso siguen abiertas por lo que tendremos circo para rato de la mano de las «reinas y reyes» de los telediarios.
Habrá que comer ligerito para evitar esas arcadas que nos vienen ante estos «despliegues informativos» que muchos calificamos como vomitivos y que se cargan el código ético y deontológico que debe primar a la hora de informar.