Alba Barbé es Licenciada en Antropología Social, Educadora Social con un máster en Antropología y un doctorado en Antropología Social y Cultural especializada en políticas LGTBI y erradicación de la homofobia, la bifobia y la transfobia.
– ¿Qué es el crossdressing?
– Es una incisión dentro del proceso histórico de construcción de una travesti. Por otra parte la travesti siempre estuvo vinculada a los movimientos de liberación sexual del tardo franquismo y la transición vinculada al mundo gay y al transformismo de escenario. En el caso del crossdressing son hombres a los que les ha gustado ponerse ropa de mujer y con la llegada de Internet se ponen en contacto con el mundo anglosajón donde esta práctica estaba más arraigada y en la que el marido se viste de mujer a escondidas con la ropa de su pareja y se empiezan a generar comunidades a través de las redes.
– ¿Qué te llevó a elegir este tema para tu tesis doctoral?
Yo vengo de los activismos feministas y transfeministas y desde siempre mi lucha principal había sido la prevención de las violencias de género. Cuando vas profundizando en este tema te das cuenta de que estas violencias no solo afectan a las mujeres sino también a cualquier otra forma de disidencia de sexo genérica.
Asimismo comencé interesándome por performances de masculinidad a través del movimiento dragking y un día me invitan a una charla titulada «Travesti en primera persona» y conozco a dos mujeres, Judith y Sofía, que salen en el documental y que se definían como personas «crossdresers». A mí me sorprendió el concepto del que no tenía conocimiento pero que encajaba en una misma lucha.
Ahí descubrí que estaban muy «dentro del armario», viviendo su experiencia en total secretismo y a partir de ahí decido hacer trabajo de campo por lo que entro por primera vez en el club EnFemme un 4 de octubre del año 2012 con motivo de hacer mi tesis doctoral.
– ¿Tuviste dificultades a la hora de acceder a este club en el que como decías se movía en secreto?
Tuve cero dificultades como mujer disgénero, o sea con el sexo con el que fui asignada al nacer, joven y lesbiana. Ahí me di cuenta que la gente se abría a mí de una forma espectacular, básicamente porque tenían un ansia inmensa de contar y explicar sus vivencias. En el documental se dice que EnFemme es un armario de 120 metros cuadrados como una metáfora de politización, singularidad de unión y empoderamiento muy grande, en el que vivían su experiencia en secreto y que solo daban información a cuenta gotas a personas de su mismo colectivo para socializarse como mujeres.
– ¿Cuánto tiempo llevó el trabajo de campo y la realización del documental?
Estuve un año y medio haciendo el trabajo de campo en el club EnFemme y en un swinger club, ambos de Barcelona y, una vez terminada y leída la tesis comencé la producción del documental. Pasado otro año y medio lo estreno en la Filmoteca de Cataluña y este año en el Festival de Cine de Guadalajara, México y en Cine Goak en el País Vasco. Ahora lo llevamos a Trieste y a Ecuador. Asimismo ya se ha proyectado en 45 municipios catalanes y la pasada semana se proyectó en TV3 con casi 300.000 espectadores en prime time. La semana que viene nos vamos a Mallorca y continuamos el recorrido por las islas.
– ¿Cómo ha sido la acogida del documental que se proyectó el pasado jueves en Formentera?
Ha sido preciosa y ante unas sesenta personas que asistieron al Cine Municipal. Yo sentía que tenía que volver a la isla a presentarlo ya que la edición del material la realicé aquí con la colaboración de Andrea Corachán y además con la acogida por parte de la Casa del Poble de La Mola y del Consell Insular.
– También la pasada semana dictaste unos talleres dirigidos a alumnos del IES Marc Ferrer. ¿Cuáles han sido los objetivos y las temáticas tratadas?
Creo que nos encontramos ante una situación de urgencia política por lo que es necesario crear alianzas entre administraciones, entidades y activistas delante de un contexto de homofobia y transfobia que genera sufrimiento a muchas personas. Por este motivo necesitamos desde todos los niveles generar nuevas herramientas para podernos dotar de nuevas estructuras sociales para que todas las vidas sean sostenibles y esto empieza por la educación.
Los talleres se dedicaron a la prevención del bulling al LGTBI en las aulas y nos ha ido súper bien con los alumnos.
La adolescencia por cultura, no por natura, es curiosa y la recepción de la temática ha tenido tantos matices como personas hay en el aula y me he encontrado con un gran desconocimiento de la naturaleza humana por parte del alumnado. Esto es responsabilidad también del profesorado ya que en cuarto de ESO se sigue enseñando el modelo reproductivo femenino y masculino vinculándolos al cuerpo de la mujer y del hombre sin explicar que existen otros modelos intersexuales en la naturaleza.
No hablar de sexualidad es también hablar de ella y se debe formar al profesorado de forma urgente y generar escuelas inclusivas.