En verano todos los barcos son pardos

Artículo de opinión de Valentín Villagrasa

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Vaixells fondejats al Parc Natural / Imatge arxiu
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Valentín Villagrasa (Opinión)/

No hay mejor ilustración que la realidad inmediata que refleja una foto en el momento adecuado…Si a estas horas tomáramos una instantánea en Cala Saona, en Illetes, en Es Caló (si no sopla el llevant) o en Migjorn (si no sopla ponent) hablaríamos rápidamente de “masificación”, de “poner límite”, de “intensa vigilancia en los campos de posidonia”, etc, etc.

Vaixells fondejats al Parc Natural de Ses salines

Y lo haríamos con una razón de peso, la cantidad de embarcaciones que escogen las bahías y calas de Formentera para pasar un día, varios días o unas vacaciones, supera los límites de lo que la vista es capaz de tolerar sin sentirse agredido.

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La impresión es que algo ha cambiado y a ese algo “ha cambiado”, también lo estamos cambiando en “la roca” como le llamaba amablemente “L’home del senalló”. Podemos desgañitarnos en el desierto durante cuarenta días y cuarenta noches predicando la verdad del “turismo sostenible” o de los peligros de la masificación y del “pan para hoy y hambre para mañana” que son frases que salen a menudo en las tertulias de Ràdio Illa.

Platja El Golfet, Calella de Palafrugell

Razón no nos falta a ninguno. No obstante, esta instantánea de esas mismas horas en la Playa de El Golfet a un tiro de piedra de Calella de Palafrugell en lo más selecto de la Costa Brava, refleja que el problema no es exclusivo de Formentera, sino que trasciende a esos lugares de “por favor vamos a conservarlos por el bien de todos”.

Hablamos (Formentera y Costa Brava “no toda”) de lugares privilegiados donde los propios empresarios de hostelería han procurado preservar un paisaje y un medio ambiente por encima de la vorágine constructora de otras partes de nuestras costas en las Islas Baleares (ni siquiera menciono el resto de las costas mediterráneas aquí y en lugares lejanos). Le diría que es de lo último que queda del “Mediterráneo que nos cantó Serrat”.

Pues pese a las buenas intenciones y a normativas restrictivas en materia de construcción y otros menesteres elaboradas por los diferentes gobiernos, temerosos eso si de la reacción social. Pese a todo ello, este mar, estas calas y estas playas que en su día gozaron de una privacidad aun siendo publicas, han comenzado a notar un incremento de la flota ocasional que nos da imágenes como estas que les mostramos. Si no logramos convencerlos por la vía del diálogo, quizás deberíamos entrar en la fase punitiva y sancionarlos según las normas aprobadas para la protección del patrimonio colectivo.

Como ven en todas las casas “cuecen habas” aunque en algunas con una creciente laxitud del cumplimiento de la normativa que nos lleva por el camino equivocado…No puede ser que en verano “todos los barcos sean pardos”.

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