«Hay que enseñar a aprender» Entrevista a Pilar Castelló

Pilar Castelló ha sido reconocida con uno de los premios Sant Jaume 2017 por su labor como funcionaria, docente y directora del colegio Mestre LLuís Andreu

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Pilar Castelló
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Si algo cabe destacar de Pilar Castelló es su carácter tranquilo, su actitud conciliadora y su buen hacer a la hora de enseñar. Todas esas características que la definen, sumadas a su amplia trayectoria en el ámbito educativo de Formentera la han convertido en digna merecedora de uno de los premios Sant Jaume 2017 que otorga el Consell Insular de Formentera.

Pilar Castelló en Sant Francesc

En primer lugar nuestra enhorabuena…

Muchas gracias. Todavía no me lo creo. El pasado viernes me dicen unos amigos que estaban en casa que había un señor y una gente que preguntaban por mí y le dije que los hicieran pasar. Entro en la sala y me encuentro al president, Jaume Ferrer, y a los consellers Alejandra Ferrer, Bartomeu Escandell y a Susana Labrador y pensé: ¿Qué he hecho mal para que la «plana mayor» de la isla venga a mi casa? (risas). Pues nada, me comunicaron que había sido galardonada con uno de los premios Sant Jaume 2017 y me quedé clavada en el suelo porque jamás se me hubiera ocurrido que yo sería destinataria de este galardón.

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Según reza el acuerdo de distinciones aprobado por unanimidad en el pleno extraordinario celebrado el pasado viernes, este premio se te otorga por ser la primera funcionaria de carrera en la isla, así como por tu labor docente…

Así es. Con respecto a la labor de funcionaria y dados los tiempos que corren en cuanto a falta de trabajo, me considero una persona afortunada ya que el trabajo me vino a buscar a mí. Yo estudiaba y en verano trabajaba en una agencia de viajes en la Savina, soy la primera persona que emitió un billete de barco y avión desde la isla (risas). Entonces el alcalde en aquel momento, Toni Serra, contactó conmigo para que me hiciera cargo de tareas de funcionariado ya que Andreu Ferrer tenía que ir a la «mili». Yo me quedé fría y él me contestó: ¿ A ti te gusta el pà amb sobrassada?. Le dije que sí y él me respondió que tendría garantizado un bocadillo cada día (risas). Acepté la propuesta ya que era por menos de un año, aunque no tenía mucha idea del trabajo que debía realizar y al cabo de una semana me anuncian que iban a venir de Palma para examinarme en oposiciones. Tuve que realizar, entre otras pruebas, una redacción sobre el turismo en Formentera y aprobé. Estuve en el cargo, compartido con Andreu, hasta el año 1988.

Como yo había estudiado Magisterio en Barcelona, cuando se abre el Colegio Mestre LLuís Andreu, me presenté a la plaza de educación especial y en septiembre me llamaron. Recuerdo que tuve que hacer un curso de logopedia, que yo no sabía ni lo que era, aprobé y obtuve la plaza. En 1996 cogí la plaza de dirección del centro que pensé que sería por un año, pero mira por donde duró hasta mi jubilación, 21 años.

Pilar Castelló en Sant Francesc

Vengo de familia de docentes y siempre he escuchado que es una tarea cien por cien vocacional. ¿Te unes a esta teoría?

Sí. Aunque en mi caso yo quería estudiar una licenciatura en Lenguas Clásicas, pero por una cuestión de independencia económica me decidí por el Magisterio. Si ahora volviera a empezar me decantaría de nuevo por la carrera que cursé. Aunque gastas mucha energía con los alumnos y con el resto de maestros, las satisfacciones y el contacto con las personas superan al trabajo.

Pilar Castelló ha sido reconocida con uno de los premios Sant Jaume 2017 por su labor como funcionaria, docente y directora del colegio Mestre LLuís Andreu

En estos más de 20 años de labor docente has vivido muchos cambios en materia de legislación educativa. ¿Qué conclusiones sacas?

Destaco los doce años que desde el colegio estuvimos participando en el proyecto europeo Sócrates, en los que hemos compartido, visitado y conocido proyectos educativos de diferentes centros de distintos países y que llevaban muchos de ellos más de diez o veinte años con el mismo modelo. Yo les decía que se vinieran a España donde cada dos años se cambiaba el modelo educativo. Este sistema tan cambiante ha sido un palo, ya que cuando te acostumbras a una metodología debes volver atrás. Las leyes las hacen unas personas que se sientan alrededor de una mesa y plantean: ¿qué han hecho los que estaban antes?. A partir de ahí dicen que no está bien y que hay que cambiarlo. En mi opinión las medidas en materia de educación deben ser tomadas por personas profesionales en la materia, sin injerencias políticas, y entre todos elaborar un proyecto viable que tenga en cuenta las experiencias de otros países europeos para sacarlo adelante y que sea estable.

Una vez un amigo maestro me dijo que no existía mayor placer que enseñar y ver crecer a tus alumnos, tanto en lo académico como en lo personal. ¿Coincides con esta apreciación?

Si. Yo siempre he dicho que los niños tienen que salir de primaria sabiendo leer y escribir. Esto significa ser capaces de coger un texto, leerlo, interpretarlo, entenderlo y luego redactar de forma correcta, así como realizar cálculos básicos. Si el niño aprende esto ya tiene una base donde la lógica es primordial. Enseñar a aprender. Impartir los conocimientos y darles las herramientas para que los puedan desarrollar. Una educación escalonada, con menos teoría y más práctica para que sea más fácil a la hora de afrontar los estudios de educación media y luego los universitarios.

Yo como logopeda sé por experiencia que cada niño es un mundo, cada uno tiene su ritmo y las prisas a la hora del aprendizaje no son buenas. Nosotros debemos adaptarnos al niño y no él a nosotros. No es fácil pero es posible, tienen que aprender a adaptarse, a quererse, a respetarse y a ayudar a los demás.

Pilar Castelló

¿Cómo te sientes cuando conoces noticias de padres o madres que agreden a los maestros, algo muy «de moda» últimamente?

La labor del maestro lleva años desprestigiada. Son males sociales y debemos volver a la educación y al respeto. Creo que la sociedad va muy estresada, la tecnología antes no existía ni hacía falta, la gente tenía tiempo para los niños y para la convivencia en familia. Ahora muchas familias no cenan juntas y si lo hacen cada miembro está pendiente del móvil o del ordenador, esto influye en una falta importante de comunicación. Lo ves aquí en la plaza, una familia completa que no habla y todos conectados a un teléfono sin saber lo que le pasa al otro ni lo que está escribiendo ni lo que está mirando. Las nuevas tecnologías son buenas, ayudan a aprender pero hay que utilizarlas con responsabilidad. Los niños buscan que sus padres les hagan caso y esa etapa hay que atenderla, con responsabilidad. Como esto siga a más, perderemos incluso la comunicación a través del lenguaje oral. Todo avanza muy deprisa y, a veces, dan ganas de apearse (risas). Me sabe mal que el nivel cultural vaya bajando, me cuesta digerirlo.

En todas las entrevistas que te he hecho, siempre has destacado la «multiculturalidad» de Formentera…

Siempre he intentado que todos se llevaran bien. Lo que siempre me ha preocupado es el bienestar del centro y que los padres y madres participaran en la labor educativa. Me he dedicado es escuchar a la gente y a negociar tanto con las administraciones así como con las APIMA para sacar adelante un proyecto. El diálogo ayuda mucho, no es fácil, pero se tiene que practicar para conseguir buenos resultados. La gente me ha respetado mucho, me siento muy querida y sigo en contacto con el claustro a los que quiero y respeto. Adoro a todos los alumnos que han pasado por nuestras aulas y hubo una niña, de unos ocho años, de esas que pasan desapercibidas, que el día que me despedía pidió verme. Venía con una cajita pequeñita y me dijo que era un regalo para mí y dentro había un dibujito de un corazón donde había escrito: «Pilar, no quiero que te vayas». No pasará un día que no me acuerde de ese momento y de todos los vividos durante mi carrera docente. He sido una persona muy afortunada y no me puedo quejar.

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