Bartomeu Escandell regenta desde hace 41 años el Kiosco Bartolo en el extremo Este de la playa de Migjorn. El empresario, presidente de la Asociació de Concesionaris de Kioskos de la isla, augura una buena temporada 2017 y analiza con Formenteraavui la evolución de esta modalidad comercial que no deja de ser un reclamo turístico.
¿Cómo surgió la idea de emprender este tipo de negocio?
Yo tenía 17 años, a punto de cumplir los 18, y escuché en un bar de la isla a Joan «el pagès» que quería dejar el chiringuito que regentaba en Migjorn ya que se quería dedicar a la mar. Yo ya había hecho una temporada en un bar de la Mola y me animé a decirle que, si él no lo iba a llevar, yo se lo alquilaba por un verano. Le adelanté el dinero y me lancé a una nueva experiencia. Después de hacer el servicio militar, le propuse que me lo traspasara, hablamos con el entonces alcalde, Toni Serra, finiquitamos el papeleo y ahí sigo.
Convengamos que tu kiosko está lejos: ¿Qué tipo de público se acercaba al principio?
La mayoría eran alemanes, en un 90 por ciento, ya que estamos muy cerca de los hoteles Riu La Mola y Maryland. Ten en cuenta que en esa época no había euros, y que el cambio de marcos a pesetas le resultaba beneficioso al turismo alemán a la hora de consumir. Luego en la década de los noventa llegaron nuevos operadores turísticos al Maryland y en tres años cambió el perfil del turista ya que las agencias italianas pagaban más por las camas. Sin embargo, al principio estábamos expectantes ya que conocíamos que el turismo de Italia se guiaba mucho por «modas» y quizás durarían poco siendo «fieles» a la isla; cuatro o cinco años. El tiempo nos demostró lo contrario ya que después de los españoles, el mercado italiano se consolidó como uno de los más importantes.
¿Cuál es el perfil del cliente que tienes en la actualidad?
Yo trabajo con un turismo familiar, superior a 35 años de edad, que buscan relax, tranquilidad y un buen servicio.
¿Qué balance haces de estas cuatro décadas al frente de este negocio de marcado carácter familiar y estacional?
Destacaría el incremento de un turismo de nivel medio alto en materia de poder adquisitivo y creo que debemos seguir en esa línea. Se dice que estamos «tocando techo», pero yo soy partidario de superarnos y seguir ofreciendo más calidad.
Desde 2008 abren algunos kioskos durante los fines de semana en la temporada baja. ¿Cómo valoras esta iniciativa?
Creo que ha sido muy interesante, sobre todo para la gente de la isla. A los dos años de implementarse ya fue obligatorio abrir en los meses de invierno de viernes a domingo. Hemos seguido y el balance es positivo dada la poca oferta que existe en Formentera durante la temporada baja. El fin de semana en la playa es una buena opción para disfrutar de la naturaleza y de los siete kioskos que están abiertos repartidos por Migjorn, cala Saona, es Caló y es Pujols. Este invierno tuvimos muchas jornadas de mal tiempo a principios de año, pero luego lo hemos compensado con una excelente climatología en Semana Santa y en todo el mes de abril.
¿Consideras que los kioskos están representados en las tareas de promoción turística que realiza el Consell Insular?
No tengo mucha información al respecto pero se podrían promocionar un poco más ya que son un reclamo de la isla y de su paisaje. Por otra parte, no debemos olvidar que dependemos de la Ley de Costas y desde hace unos años tenemos que limitarnos a unos 80 metros cuadrados de ocupación y, según establece la normativa redactada por el Consell, podemos abrir desde el mediodía y hasta la puesta de sol. En la actualidad, y en materia de mejoras, todos los establecimientos cuentan con sanitarios públicos y en cuanto a la recogida de residuos contamos con contenedores y papeleras habilitadas en zonas de paso.
¿Hasta qué año disponéis de las actuales concesiones?
Hasta 2020. Lo que implica que cerca de ese término se deberán iniciar las negociaciones correspondientes para renovar los permisos.